En un mundo de fantasía, un semidiós puede vencer sin dificultad a un ser humano normal. Del mismo modo, un vampiro o un hombre-lobo en una ambientación de terror derrotarían fácilmente a un simple mortal, un piloto de robots gigantes tendría mayor potencia de fuego que la infantería de a pie y un superhéroe cósmico borraría del mapa a un superhéroe callejero.

En la mayoría de los casos, estas situaciones pueden manejarse interpretando el éxito y el fracaso de forma relativa y otorgando aflicciones acordes con el personaje y la historia. Las balas seguramente no causen ningún daño a un superhéroe alienígena invulnerable, pero el rebote de los proyectiles podría matar a los transeúntes inocentes a los que ha jurado proteger, lo que le haría perder resolución. Si su resolución se agota, resultará derrotado: es probable que sufra una aflicción (como "Humillación" o "Desesperanza") cuando los gánsteres logren escapar del tiroteo, obligando al pobre superhéroe a rendir cuentas por las víctimas causadas ante unos medios de comunicación encolerizados.

En otros casos, un enemigo podría no suponer ninguna amenaza. En este caso, no hace falta tirar, sino que basta con narrar el resultado.